El Seminario Internacional Thizy por el Bien Común organizó y llevó a cabo, en la Universidad Iberoamericana CDMX, del 5 al 9 agosto del 2019, el curso La idea del Bien Común renovada desde el pensamiento de los padres de la Iglesia, impartido por el doctor Mathias Nebel, profesor investigador de tiempo completo de Ética Social y Pensamiento Social Cristiano y Director Académico del Instituto Promotor del Bien Común en la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).
El curso estuvo dividido en cinco partes, correspondientes a las cinco sesiones; en la primera, “la doble herencia patrística” se introdujo al tema del bien común y se desarrolló dicho concepto en función de la fe y del conocimiento (doble herencia); el bien común, así, debe entenderse a partir de la Revelación, pues se concreta en la figura de Cristo: es Cristo el bien común de la humanidad.
Enseguida, se abordó el análisis de la “reformulación” patrística del concepto, dividida ésta en tres momentos; el primero, fue la Escatología. Cristo inaugura un Reino nuevo, una nueva humanidad, relacional (del hombre con Dios y de los hombres entre sí), transhistórica y transespacial: la fe desambigua el mundo, la caridad tiene un sentido y una valencia eternos. Se explicó esta nueva formulación a partir de un repaso del bien común en la antigüedad grecolatina (en particular en Tucídides, Platón, Aristóteles y Cicerón) hasta llegar a la síntesis agustiniana, con su teología de la historia plasmada en las dos ciudades escatológicas, la de Dios y la del diablo, dos órdenes enfrentados: ordo amoris versus ordo mortis. Así, el bien común se transforma en una esperanza proyectada hacia el fin de los tiempos, universal.
En la tercera parte, la reformulación patrística referida al bien común como persona y relación, se comentaron textos de Tertuliano, Cipriano de Cartago, san Basilio y Lactancio, para ilustrar los ejes básicos de estas relaciones: la persona central es Cristo, la relación una fuerza o dynamis, y el contenido, la humanidad. Los seres humanos tenemos un Padre común, por lo cual somos hermanos (igualdad esencial de todos los hombres), estableciéndose así una relación comunitaria cuyo énfasis en la caridad y en la paz es nuestra herencia común, pues la verdad de estas relaciones fraternas condicionan nuestra relación con Dios, que pasa por la figura de Cristo como bien relacional: el bien común deja de ser una “coincidencia” entre el bien particular y el comunitario, como en los griegos, para condensarse en la caritas cristiana como exigencia mayor y fin del ser humano.
La cuarta parte trató la reformulación patrística en cuanto a la dinámica kenótica del bien común, esto es, una dinámica de “vaciamiento” o desapego: el bien común pasa de ser justicia para convertirse, necesariamente, en caritas divina. Aquí radica, quizá, la mayor originalidad de la reformulación de los Padres de la Iglesia: la caridad es el movimiento que personaliza la relación, es una dinámica restaurativa y liberadora, pues construye la dignidad, reestablece la dignidad y manifiesta la libertad del hombre.
Por último, el curso cerró con una reflexión sobre el bien común como reflexión teológica y práctica religiosa, para lo cual se revisó el contenido y sentido del Liber pastoralis de san Gregorio Magno, así como ciertos pasajes de la regla de san Benito. Lo anterior cobra pleno sentido si se piensa que no es posible desligar el bien común de las interacciones institucionalizadas: el nexo que une los distintos bienes comunes es el de la calidad de nuestra coexistencia; por ello, y es un aspecto sumamente delicado, excluir a cualquier persona de este nexo implica una dinámica deshumanizante, anticristiana.
A manera de ejemplo, se llevó a cabo un ejercicio de reflexión sobre el bien común, tomando como ejemplo a la propia Universidad Iberoamericana en cuanto a propiciadora o no del bien común, tanto hacia lo interno como a lo externo. Un curso a todas luces excelente, que satisfizo a los más de treinta participantes y mostró con toda claridad cuál fue, y es, la importancia de la noción del bien común desde la perspectiva de la patrística cristiana, gracias a la experiencia y amplios conocimientos del teólogo Mathias Nebel.